Amistades vacías
Cuántas veces nos pasa que después de estar un largo rato sentadas frente a otro, nos vamos con la sensación de no haber hecho contacto. De no haber logrado comunicarnos. Hubo palabras, hubo atención en ellas, pero no hubo diálogo. Y sin quererlo, ese intercambio frustrado, en algún sentido, daña la relación.
Hay especialistas que clasifican las comunicaciones en base a su contenido. Están las que sólo se sostienen para pasar el tiempo, y que recorren un montón de lugares comunes que nada dicen de las personas allí presentes. También hay intercambios donde la intimidad solo se intuye porque existe cierta complicidad para hablar de los otros ausentes. Y están después aquellas conversaciones en las que sólo uno habla, y de sí mismo. Convirtiéndonos en espectadores de verdaderos monólogos dignos de un espectáculo de stand up.
Pero a medida que la relación con el otro se profundiza, aparecen en escena otros factores más comprometedores como hablar de lo que sentimos. El tema es que en esta instancia, si bien se abren los corazones, no se llega a dialogar sobre esas emociones. Aseguran los que saben que la verdadera comunicación se da cuando a esa confianza conseguida, se le suma la posibilidad de hablar y escuchar lo que uno siente respecto a ese otro que nos mira, sobre cómo nos afectan sus dichos, sus acciones, sus sentimientos.
Clara F. tenía amigas en cada lugar del que formaba parte. Amigas de gimnasia, del trabajo, del barrio, de la escuela de los chicos. Sin embargo, se sentía sola. De todas sabía vida y obra, solía escucharlas cuando venían con confesiones, y también se enteraba de ellas por lo que otras amigas comentaban. Sin embargo, poco y nada conocían estas mujeres de las cosas que la entristecían y preocupaban.
¿Cómo crear ese espacio? ¿Le correspondía reclamarlo? ¿Tenía que seguir buscando que ese espacio más profundo de intercambio se diera naturalmente? ¿Cuánto de su silencio era culpa de los otros? ¿Cuánto era su responsabilidad? A veces encontrar un interlocutor interesado e interesante con el que hablar, lleva tiempo. Pero si esa espera se extiende, y nos sentimos demasiado vacíos, seguramente tendremos que intentar abrirnos, aunque eso implique arriesgarnos a ser heridos.
¿Con qué tipo de comunicación te sientes más a gusto?
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Quìén soy?
Hola! ¿Quién soy? sòlo se que tengo que levantarme y trabajar, pero algo se me olvida más no me acuerdo; tqngo que viajar por el mundo, peleando y sufriendo para sobrevivir, pero se que algo me falta, viajo por este mundo sin sentido con temor que el hombre me haga daño mis pies me guían, no sé a dónde, las piedras me hacen tropezar. Se que alguien me acompaña, màs no recuerdo quièn es. LLegando la noche -al dormir en mis sueños- alguien me recuerda quien soy y recuerdo quien me acompaña
!!Gracias Jesucristo!!
Lalo
!!Gracias Jesucristo!!
Lalo
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